Clasificando

Me dispongo ahora a informarles de un problemilla musical, de escasa importancia en apariencia, que es capaz de provocar disputas tan arduas como un Federer-Nadal: la ordenación doméstica, o en tiendas, de los discos. Cuando sólo existían los vinilos ya existía este problema que de pequeño me llevó a más de una discusión con mis hermanos, y era el de si los discos había que ordenarlos por orden alfabético o por estilos musicales; sin entrar en el asunto no menos nimio de si los maxis deberían estar junto a los lp’s o separados aparte. Yo siempre, tras un titubeante periodo de pruebas, me he sentido partidario de la ordenación alfabética. Es más fácil, más claro, y me evita disquisiciones innecesarias del tipo: ¿meto este disco de Pata Negra junto a los de flamenco o es mejor ponerlo junto al pop español? O bien, ¿sigo considerando el último de Prince como novedad o ya ha pasado el tiempo suficiente como para ponerlo en la “P” (o en el soul, o en el funk, uf). Y es que en mi periodo de formación clasificatoria llegué a hacer caso a mis hermanos y cometí el grave error de colocar los discos por estilos, lo que me llevó a volverme loco en más de una ocasión. Y mi excentricidad queda satisfecha al rizar el rizo y acabar teniendo en cuenta el artículo previo “el” “la” o “the” (p. ej., The Clash en la “t”) como parte del orden alfabético, con lo que mi venganza se consuma y soy yo quien ahora vuelve loco a los infortunados que visitan mi colección.
De cualquier modo, me conformaría con que las tiendas de discos obviasen mi última manía y se limitasen a poner los cd’s por orden alfabético. Todavía recuerdo mis cuitas al buscar en el Corte Inglés hace unos años un disco de los californianos Los Lobos y acabar finalmente encontrándolo en la sección “pop español”. ¿Y qué decir cuando alguien como Elvis Costello se desmarca con un disco casi de música clásica? ¿Dónde lo buscamos, en “pop internacional”, en “nuevas músicas”. Por no hablar ya de los que separan “alternativos” o “indies” del resto: ¿o acaso lo que hace el citado Prince no es más audaz que, por ejemplo, los por otra parte estupendos White Stripes? ¿Qué demonios es entonces lo “indie”, ya que muchos de los grupos ahí englobados graban para multinacionales? Pues se lo diré yo: “grupo o solista joven del que hablan las revistas enrolladas y que todavía no ha vendido masivamente”. Pues vaya una etiqueta más larga para un estante, ¿no?
En fin, señores tenderos, háganme caso o, lo siento, seguiré comprando discos mayormente por Internet. Y consideren la opinión de este respetable consumidor.

(Artículo publicado el 30-11-06 en adn Málaga).

P.D.: Añado este mes la versión demo de «Amor es la droga», mucho más disco y menos rock, puede que algo más blanda pero con su punto también. Aquí, salvo el bajo de Yohany Suárez, todos los instrumentos corren a cargo de Miguel Paredes. Dedicada especialmente al amigo Pavone, en agradecimiento a su poster firmado por Ray Davies.