Danza Invisible reedita su exitoso concierto de Fuengirola 1989

Corría el verano del 89 y Danza Invisible ofreció un concierto memorable en La Noche Rosa de Fuengirola, dentro de la gira de presentación de su disco ‘A tu alcance’, con el que lograron el disco de platino y que contenía gemas de su repertorio como Reina del Caribe, A este lado de la carretera o Sabor de amor. El pasado sábado, la banda de Javier Ojeda reeditó con un éxito rotundo aquel mítico recital con idéntico set list, pero ampliado con la inclusión de otros temas y la colaboración de la Very Big Band local y artistas ilustres, como Martha High, corista de James Brown, el guitarrista Daniel Casares o La Mari, de Chambao.

Colgaron el cartel de no ‘No hay billetes’ en el Castillo Sohail, lugar elegido para la conmemorar la efeméride, en detrimento de la Plaza de Toros, donde actuaron en aquella ocasión. Tras la apertura de Currito y Los Escombros, que también fueron teloneros entonces, hubo fuegos artificiales y la Big Band de Fuengirola abrió con una pieza instrumental dejando constancia de su calidad musical. Se incorpora Ojeda para cantar El vino se acabó, tema de su trayectoria como solista, y una versión de Teardrops, de Womack & Womack, junto a algunos músicos de su banda.

Ya con Danza Invisible, suena El brillo de una canción. El público vibra con Javier Ojeda, que canta y salta como si el tiempo no hubiera transcurrido. Treinta años no es nada, en la línea del tango de Gardel. Lo vive, lo siente y lo transmite. La Big Band local le da un empaque añadido a los temas de Danza, verbigracia: Hay un lugar y una estupenda versión de Up on the roof, de los Drifters.

Llega el desparrame a ritmo de rock and roll con Un lujo a tu alcance y Ojeda, hiperactivo como entonces. Pero también hay lugar para el intimismo de Agua sin sueño o la belleza melancólica de El fin del verano, rescatados para la ocasión y homenaje a un tiempo en que se escuchaban los discos enteros. Los vellos como escarpias. La afición entra en éxtasis mientras Ojeda, de rodillas, se desgañita.

Es el momento idóneo para que suenen cuatro himnos de la banda: Sabor de amor, Reina del CaribeA este lado de la carretera (afortunada versión de Bright side of the road, de Van Morrison), que Ojeda aprovecha para cantar entre el público y que gana mucho con la aportación de la Big Band; y El club del alcohol.

Turno para los invitados. Con Martha High, canta a dúo Mama, de lo mejor de la noche. Espectacular. La actuación de Daniel Casares, “el mejor guitarrista flamenco de Málaga”, como lo introdujo Ojeda, supuso un punto de inflexión. Comenzó por malagueñas. Excelso. Se incorpora Ojeda y canta Frío en mi corazón acompañado por Casares a la guitarra, que ya participó en la grabación de uno de sus discos en solitario; el videoclip de este tema precisamente también se filmó en parte en el castillo.

Ya en los bises, Consentido amor, Love of tender, de Elvis Costello, a cargo de Fernando Hidalgo y, de nuevo con Ojeda al mando, Sin aliento, que es muy bien recibida por el público. Con La Mari, de Chambao, a petición de ésta, interpreta Yolanda, de Pablo Milanés. Momento mágico con ella pellizcando y la banda aportando colorido. Aún sonarían Al amanecer y, ya en la despedida, Espuelas. Apoteósicos.

(Francisco Reina para Popes80).